martes, 3 de diciembre de 2013

Sin hijos… por ahora

Por: Alexandra López Cruz
 
Para mi sorpresa, me casé y no exploté. Sigo siendo yo, pero una versión mejorada, con ciertos súper-poderes que antes solo veía en mi madre. Eso sí, mi única pena es que la sortija en mi mano parece emitir unas ondas magnéticas que aturden a la gente a mi alrededor. Desde mi boda, familiares y amigos están obsesionados con saber cuándo tendremos nuestro primer hijo. Esto, como si tuviéramos el deseo o la obligación de tener, no solo uno, sino MUCHOS. Luego, ven mi cara de espanto y el gesto de infarto pre-cardiaco de mi esposo y nos miran como si fuéramos dos extraterrestres ingratos que no comprenden que el propósito de un matrimonio y la vida es tener hijos. También están las insinuaciones de que me está llegando la hora pico. Que si no es ahora, no es nunca. Y el tan famoso, “no esperen tanto…”.
 
Definitivamente, si no he tenido hijos, no es por falta de presión. Ahora, siempre he sido un poco rebelde. Nunca he deseado tener hijos y, muy a mi fortuna, mi esposo tampoco. Quizás la constante amenaza de mi madre de que “¡cuando tengas hijos, me comprenderás!”, dio fuerza a ese pensar. Disfruto de noches tranquilas y viajes sin ataduras. Por eso, soy feliz. Sin embargo, el sentimiento (o el miedo) de que algún día podría tener un bebé está presente todos los días. Y cuando no, la gente a mi alrededor insiste en recordármelo. Seguramente tienen una apuesta en mi contra, ¡malditos! J
 
A veces, me pregunto: “¿Qué tan malo puede ser si quedo embarazada?”. Después, sacudo la cabeza y digo “Ale, ¡no te dejes llevar!”. Me asustan los cambios físicos y hormonales. Le temo a las náuseas, a los vómitos diarios y a perder mi figura (que aún no está como la quiero, pero seguramente se ve mejor ahora que lo que se vería con treinta libras de más). Le temo a los errores médicos, a no tomar la mejor decisión en un momento crítico e, incluso, a quedar postrada en una cama por varias semanas. Le temo al dolor de parto, al desgarre de “mis partecitas” y a la depresión. Le temo a los gastos excesivos en pañales, fórmulas, ropa, comida, escuela, universidad, caprichos, rebeldías, bodas, nietos prematuros...etc., etc., etc. ¿Y si lo pierdo o viene con defectos? ¿Y si sale loco como yo? ¿Y si mi matrimonio no sobrevive la presión? ¿Y si, simplemente, no nací para ser madre?
 
En fin, le huyo al embarazo como a una enfermedad. Quizás, si me informo un poco me daría cuenta de que, al igual que el matrimonio, tener hijos no es mortal. El problema es que ni siquiera leo sobre el tema por temor a contagiarme. ¿Habrán otras “extraterrestres” rebeldes como yo? Posiblemente…

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Has tenido cesárea(s) y estás embarazada nuevamente?

Antes de programar otra cesárea, infórmate sobre los VBACs ("Vaginal Birth After Cesarean") o partos vaginales después de cesárea. Incluyo la Política Oficial (aprobada en febrero de 2007) por PROMANI (Fundación Puertorriqueña para la Protección de la Maternidad y la Niñez) sobre este tipo de parto.

martes, 1 de octubre de 2013

La llegada de mi Baltasar a este mundo

Valentina y Baltasar
Foto tomada por Jaime (Septiembre 2013)
 
Por: Valentina Moreno Duque

Mi último control médico fue el 4 de septiembre (39 + 2 semanas). Mi doctor me dijo que el cuello del útero ya estaba casi borrado por completo, pero que aún faltaba que se afinara y que la cabecita de mi guagua bajara....que él creía que nacería la semana siguiente (durante la semana 40), y que, de lo contrario, consideraría la inducción. De todas maneras me tranquilizó explicándome que en mamás primerizas los partos suelen retrasarse (más allá de la semana 40), al contrario de lo que mucha gente piensa. Finalmente me mandó a hacerme un monitoreo con la matrona para el viernes 6. Yo no quería que me indujeran el parto, porque sabía que las contracciones provocadas con oxitocina artificial eran tanto más fuertes y dolorosas que las provocadas por la oxitocina natural, y también había leído que aproximadamente el 60% de las inducciones terminan en cesárea, por lo que si podía evitar una inducción, lo haría. El monitoreo con la matrona mostraba hartas contracciones (nunca las sentí, sólo unos 10 días antes, que había tenido un episodio de contracciones), y también ella me hizo un tacto (que me dolió bastante), concluyendo (y apostando) que mi guagua nacería ese fin de semana. El sábado 7 fuimos a caminar con mi marido, pese a que me costaba cada vez más, pero, con 39 + 5 semanas de embarazo, ya empezaba a ponerme cada vez más ansiosa porque el parto llegara ya. A esas alturas tenía la sensación de que nunca llegaría el día. La presión social, como siempre nos comentaba Mariela, influye mucho en esa ansiedad (todo el mundo te llama....familiares, amigos...y te pregunta si ha habido "alguna novedad"....uno termina hasta medio mal genio con esas llamadas...como si no les fuéramos a avisar cuando llegara el momento. En fin). Mi intención, y tal como nos recomendaba Mariela (mi maestra de yoga), era seguir yendo a las clases de yoga hasta las últimas. Así, mi idea era ir a la clase del lunes 9 de septiembre, cuando cumplíría 40 semanas de embarazo, pensando que ésa sería mi última clase....nunca me gustó perderme las clases, se volvieron casi adictivas para mí.

Desperté el domingo 8 de septiembre a las 7 de la mañana con contracciones. Esta vez eran dolorosas, o más dolorosas que las que había tenido unos 10 días antes, por lo que supe que podría tratarse de las contracciones de parto. Esperé un rato, para evaluar su intensidad, hasta que, media hora después, decidí despertar a mi marido para que empezáramos a contarlas. Me fui al living de mi casa y me senté arriba de la pelota (me compré una pelota de pilates especialmente para ese momento) y comencé a hacer los ejercicios que aprendimos en las charlas de Loreto (también matrona de la Santa María, que imparte unas charlas super útiles e interesantes sobre parto natural). Le pedí a mi marido que hiciera el desayuno porque iba a necesitar estar alimentada si llegaba el momento del parto. El pobre estaba entre la cocina y el living, tostando el pan, haciendo jugo de naranjas y corriendo al living a anotar el tiempo de las contracciones cada vez que yo lo llamaba avisándole. Al cabo de dos horas las contracciones se habían vuelto más intensas y desde que empezamos a contarlas fueron regulares (2 a 6 minutos entre contracción y contracción), así que decidí darme un baño de tina, porque el dolor ya empezaba a controlar mi mente, y me estaba costando ya concentrarme en la respiración y en no apretar la quijada. Recuerdo que mi marido me llenó la tina con agua hirviendo!!!....casi lo mato!!...pobre. Creo que no pasaron ni 10 minutos y le pedí a mi marido que llamara a la matrona, quien pidió hablar conmigo....tuve que esperar que pasara una contracción, porque durante éstas no era capaz ya de hablar. Me preguntó si yo consideraba que ya era momento de irnos o si esperaríamos un poco más. Yo a ella ya le había manifestado mi intención de hacer la mayor parte del trabajo de parto en mi casa, para llegar a la clínica lista para parir. Le dije que esperaría un rato a ver si aguantaba más así. Pero colgué y me arrepentí. Me salí de la tina como pude y me vestí con lo primero que encontré (un pijama, fácil de poner y de sacar). Llamamos a la matrona y partimos. Creo que nos demoramos unos 10 minutos en llegar a la clínica (Alemana). Era domingo en la mañana....cero taco! A esas alturas ya el dolor empezaba a invadir mi mente, pero no dejaba de recordar los ejercicios de respiración y de cerrar los ojos dirigiendo la mirada hacia el punto del entrecejo....me concentraba en no apretar la mandíbula. Al llegar a la clínica, nuestra matrona me hizo un tacto.....había llegado con 6 cm de dilatación!! Ni yo lo podía creer....siempre quise realizar la mayor parte del trabajo de parto en la casa para llegar al final a la clínica, y creo que lo logré. Me llevaron al tiro a la sala integral de parto. El dolor era tan fuerte que accedí rápido a la anestesia que me ofrecieron. Hablé con el anestesiólogo (de turno) al que le pedí expresamente una dosis pequeña de anestesia, la necesaria como para bajar un poco la intensidad de esos dolores que a ratos no me dejaban pensar bien, pero que a la vez me permitiera sentir las contracciones y la sensación de pujo, y así lo hizo. Seguí sintiendo las contracciones, me dolían, pero ya no era un dolor insostenible.
 
Cuando llegó mi doctor y me hizo un tacto (otro más!), me dijo que iba a tener que hacer una maniobra porque mi guagua estaba de cara (con la carita mirando hacia arriba). Había llegado ya a 9 cm de dilatación, pero por la posición en la que se encontraba mi bebé no podía seguir bajando, y de hecho me estanqué un rato en 9. La idea era darle vuelta la cabeza hacia abajo con sus dedos. No fue fácil, al pobre se le terminó acalambrando la mano y todo. Lo intentaba una y otra vez, pero mi guagua, medio porfiada, se devolvía a su posición original. El doctor me advirtió que si no resultaba una vez más, me tendrían que llevar a cesárea. No era lo que yo quería, pero si no lo lográbamos, yo lo aceptaba de todos modos, no quería que mi guagua pasara por un sufrimiento fetal innecesario. En el último intento, mi matrona me pidió que pujara para ayudar al doctor a alcanzar su cabecita. Finalmente lo logramos y se quedó mirando para abajo. Entonces llegué a 10 cm de dilatación y empezó el trabajo expulsivo. Recuerdo tener a mi matrona por el lado izquierdo y a mi marido por el derecho, ambos ayudándome con el pujo. Creo haber pujado unas 4 veces más, junto con las contracciones, hasta que nació mi bello Baltasar a las 13:59!!!! Me lo pusieron inmediatamente sobre mi pecho y no pude (tampoco quise) evitar la emoción de verlo al fin!!! Soltó su primer llanto e inmediatamente me miró y se tranquilizó.....lo miré y lo miré y traía todo consigo.....venía perfecto!! Se hizo pipí encima mío. Al cabo de unos 15 minutos me lo sacaron para pesarlo y medirlo (3,680 kg y 53 cm)....todo en la misma sala. Luego vino el alumbramiento (la expulsión de la placenta) y finalmente me suturaron (me hicieron una episiotomía) y eso demoró. Al cabo de como una hora me regresaron a mi niño, ya vestido, y me lo pusieron en la pechuga....empezó a mamar al tiro!!!, aunque me tuvieron que enseñar, pero este chiquitín aprendió rápido.

Antes, durante y después del parto siempre tuve en mente lo aprendido en las clases de yoga y en las charlas de Loreto. Para mí todo fue perfecto, todo fluyó. La anestesia fue necesaria para mí, y no me arrepiento de haberla pedido....después del parto me sentí absolutamente dueña de la situación....."empoderada". Si pude hacer esto, puedo hacer cualquier cosa!!!! La lactancia fluyó, y la presencia de mi guagua en la casa (la parte más difícil....tal como nos decía Mariela), ha fluido perfectamente.....También debo decir que me ha impactado la paciencia que he tenido...no solo para sobrellevar la falta de sueño, el llanto de mi hijo, sino también para sobrellevar la molestia de los puntos de la episiotomía. Insisto en lo importante que fueron las clases para mí!!!


martes, 9 de abril de 2013

Con intensidad y belleza: el parto que yo recuerdo

Lara durante el trabajo de parto
Foto tomada por David (agosto 2009)

Dedicado a Rosi, la mamita chula mayor

Por: Lara I. López de Jesús

Mi esposo, David, mi hermana menor, Yoana, y mi amiga, Marianne, fotografiaron y grabaron con amor, nerviosismo y quizás con demasiada cercanía algunas de las escenas más intensas de mi parto en casa. David, después de varios meses del nacimiento de Darío, se encargó de convertirlas en un hermoso vídeo que documenta la manera en que nuestro hijo se abrió (dentro, por, sobre y en mí) su propio camino al mundo. He visto varias veces el vídeo, no puedo negar que me fascina y sorprende a la vez, pero, curiosamente, las imágenes y los recuerdos que yo guardo no corresponden del todo a los que allí se encuentran grabados. Es una versión muy real de nuestro parto, claro que sí. Pero el parto que yo recuerdo, el mío, es otra cosa. No tengo palabras para explicar la intensidad y belleza de ese momento. Lo que sigue a continuación es solo un intento por verbalizar y describir la experiencia.

El otro, llamémosle el parto grabado, muestra detalles, objetos y gestos que yo no percibí ni supe que existieron. Allí se observan potes de agua, sábanas, agua oxigenada y otros materiales que yo no recuerdo haberlos visto. Tampoco recuerdo haber estado tan gorda ni despeinada ni tan desnuda, moviéndome de un lado a otro por toda la casa. Realmente me sentía mucho más bonita y en control de todo. El parto grabado, además, revela dolor en mi cara. Y no lo niego, me dolió, pero yo no recuerdo dolor. Durante mi parto yo sentía, no veía ni pensaba. Como en ningún otro momento de mi vida, los recuerdos –más que por imágenes visuales– están colmados y marcados por sensaciones intensas, olores, sonidos y el calor de las manos cariñosas de los seres queridos que me acompañaron.

Rompí un poco de fuente sin haber sentido contracciones a las 6:30pm del sábado, 15 de agosto de 2009. Rápidamente llamamos a la partera, quien nos dijo que nos mantuviéramos tranquilos, que ella pasaría más tarde por la casa a revisarme. A las 10pm estaba con nosotros. Me preguntó si quería que se quedara a dormir, yo asentí con alegría. Las contracciones iban y venían todavía de manera irregular. Las recibí con agua, así como lo había visualizado racionalmente durante el embarazo. Al principio se me hizo fácil acogerlas, respirarlas. Las podía ver azules, las sentía como olas. Poco a poco se hicieron más fuertes, mucho más intensas, pero manejables, gracias, sobre todo, al apoyo de David, quien me acarició, consintió y sostuvo (literalmente) durante todo el proceso. Recuerdo dolor pero más recuerdo la intensidad exagerada de cada contracción en mi cuerpo, y que cada vez eran más frecuentes. Recuerdo también el intervalo de calma entre cada contracción. Un mundo de sueño entre una y otra ola.

Recuerdo mi parto como un largo abrazo con mi esposo, para mí fue una danza amorosa. “Yo amo a este hombre”, fue uno de los pocos pensamientos que tuve. Nueve meses pensando en Darío, tocándome la barriga, sintiéndolo, hablándole, bailándole, llevándolo al mar y no recuerdo haber pensado en él ni un momentito durante todo el proceso. Recuerdo la compañía de nuestra perra, Gaia, su carita mirándome y haberla tocado muchas veces. Recuerdo también las manos calientitas de la partera en mi espalda, masajeándome. Recuerdo su dulce voz pidiéndome permiso para tocarme y revisar los latidos del bebé. Recuerdo, sobre todo, sentirme tranquila al ella decirme que todo iba bien. Todavía me da hambre recordar el olor de la comida preparada por Marianne. Recuerdo la tenue luz de la mañana.

De ahí en adelante recuerdo que llegó mi hermana Yoana, recuerdo también que me quise meter en el baño, que me moví a mi cama y que empezaron las horribles sensaciones de pujo. Espantosas porque recuerdo sequedad, porque sentí que las imágenes de agua se esfumaban, porque ya quería que terminara, que el niño saliera. Me sentí cansada. Recuerdo que dijeron que la cabeza estaba fuera. Recuerdo que escuché esa frase varias veces por mucho tiempo. De repente sentí la voz de la partera que le dijo a Sonia, su asistente, que cogiera el tiempo. Finalmente, recuerdo que salió mi gordo. Recuerdo haberlo reconocido por la manera en que se sentían sus coditos y hombros. Al sentir esas partes de su cuerpecito pensé: “A este bebé yo lo conozco”. Pero de mi boca solo salieron estas palabras: “Bebé yo te amo, bebé yo te amo”. Recuerdo que Sonia nos asistió en la lactancia. Recuerdo la clase hermosa que la partera nos dio sobre la placenta y cómo me comí parte de ella. Recuerdo que seguía perdiendo sangre, que llegaron mis padres, mi hermana Rosaura y mi hermano Fernando. Después recuerdo que llegó el médico y me cosió. Después de eso, a pesar de estar estrasijada y cansada, me sentí con mucha energía y felicidad.

Los días siguientes fueron muy bonitos. Toda mi casa olía a parto, mi orín olía a Darío, Darío olía a mi orín, y eso duró varios meses. Recuerdo sentirme enamorada de mi esposo, recuerdo llorar de alegría. Recuerdo estar muy agradecida y tranquila. Tranquila porque estaba en mi casa con la gente que nos quiere. Agradecida porque mi bebé y yo estuvimos todo el tiempo en salud. Alegre porque nadie me tocó sin yo querer, porque a mi esposo no lo separaron de nosotros en ningún momento, porque no hacía frío, porque grité, me desnudé, cagué, moví y comí lo que quise, porque no me dieron medicamentos ni fui sometida a intervenciones innecesarias, porque Darío nació como él quiso, con respeto, porque su cuerpo encontró su camino dentro del mío, y porque yo estuve ahí para él en un momento en el que uno no sabe nada pero lo sabe todo.

Pienso que tal vez el parto es el momento de mayor contacto físico que una madre tendrá con sus crías. Es un instante de cercanía corporal extrema que no se volverá a repetir entre dos seres. Mi parto activo fue de seis horas, el grabado dura solo 30 minutos, pero ambos me hacen pensar que nacer es un proceso en el que dos seres luchan por la vida de manera distinta, sin mediación racional, pero en comunión absoluta, con intensidad y belleza.

jueves, 14 de marzo de 2013

Nacimiento de Santiago


Y de una nueva pasión...

Por: Yoana López de Jesús

“Positivo!” Jorge me dijo sonriendo y mi única reacción fue acostarme en la cama por la debilidad que sentí. Como toda una planificadora recién graduada quien reconoce la importancia de los procesos y los planes, tan pronto me pasó ese sentimiento de temor mezclado con alegría, sentí la necesidad de prepararme para el embarazo y el parto.

Jorge y yo esperábamos ese día de parto con mucha emoción. La madre y el bebé nunca más estarán tan unidos como ese día, luchando ambos por el mismo fin, por eso mi esposo y yo pensamos que ese instante debe ser vivido y sentido en todas sus etapas. Leyendo sobre el tema, pronto descubrimos el método Bradley y nos llamó mucho la atención. El método Bradley enfatiza el enfoque natural del parto y la participación activa del padre del bebé como ayudante. Uno de los principales objetivos de este método consiste en evitar la medicación a menos que sea absolutamente necesaria aunque también insiste en la alimentación sana y equilibrada, la práctica del ejercicio físico durante el embarazo y las técnicas de relajación y respiración profunda como formas de afrontar el parto.

El curso de preparación para el parto según el Método Bradley consiste de 12 clases, por lo que es recomendable tomarlas comenzando el tercer trimestre de gestación. Durante este largo periodo compartimos nuestros deseos y miedos con dos parejas más y con la instructora. Estas horas en donde hacíamos ejercicios prácticos y de relajación, nos ayudaron además a preparar nuestro plan de parto. Temprano en el embarazo, y con muy pocas opciones reales, habíamos decidido que nuestro niño iba a nacer en un hospital pero queríamos pasar la mayor parte del proceso en nuestra casa, en nuestro ambiente, para de esta manera también disminuir la presión y las opciones a medicamentos. La mayor parte del entrenamiento fue relacionado a ese aspecto: ¿cómo podíamos identificar los signos que nos indicaran que estábamos cercanos a la etapa de pujar? Esa sería la señal que nos mandaría a ese otro ambiente en donde no tendríamos tanto control.

El plan de parto lo discutimos con la doctora, quien dijo que nos honraría casi todo excepto que me tenían que abrir la vena y conectarme al suero por si surgía alguna emergencia. No sabía que aceptar a ese detalle me iba a afectar tanto en el momento del parto. Salimos de la oficina de las ginecólogas ese lunes, a cuatro días de mi fecha estimada de parto, con la noticia de que tenía 1.5 cm de dilatación, así que decidimos comer e ir a la playa a caminar un ratito y ver el atardecer. La mañana del martes me despertó con unos dolores diferentes en las contracciones, las cuales eran más frecuentes que en todos los meses anteriores. Mi esposo decidió quedarse conmigo ese día en casa para descansar y estar más pendiente. El día transcurrió entre visita al supermercado- en dónde en medio de una contracción me tuve que recostar de una góndola por el dolor en la espalda baja, nalga y pierna (parece que tenía pinchado el nervio ciático)-, siestas, películas, paseos por el Viejo San Juan y mucho, mucho sudoku- en cuyos papeles apuntábamos la hora y duración de la contracción. Esa noche, entre la incertidumbre y las contracciones que iban y venían, no pude dormir muy bien.

El otro día transcurrió más o menos igual, con contracciones moderadas todo el día, pasaban cada 5, 10, 15 minutos, aunque a veces se espaceaban cada 30 hasta 45 minutos. El dolor seguía de intensidad moderada. Las llamadas de familiares y amigos entraban constantemente, preguntando por el estatus. Esa tarde, mis bellos padres a quienes íbamos a convertir en abuelos por quinta vez pero que sentían la misma emoción y nerviosismo de abuelos primerizos, pasaron a llevarnos un asopao. Como en las noches anteriores no había podido dormir, y recomendados por esos mismos abuelos experimentados, cogimos una siesta de 8:00pm a medianoche.  A esa hora ya las contracciones se habían tornado más dolorosas y constantes, cada 5-15 minutos, y tuve que despertar a Jorge porque no podía estar acostada. Hice por varios minutos el movimiento de “pelvic rock” en la cama pero decidimos continuar la travesía de películas de comedia para relajarnos. Cerca de las 3:00AM, ya viendo la segunda película, se me detuvieron las contracciones. En medio de la decepción de pensar que todavía no estábamos cerca de recibir a nuestro niño, buscamos en internet y encontré que a muchas mujeres le había pasado eso mismo horas antes de tener las criaturas en sus brazos. También recordamos las clases de parto y el término de “Natural Alignment Plateau”.  Nos tranquilizamos y seguimos viendo la película.

Por fin llegaron de nuevo las contracciones, y esta vez, con mucha intensidad. Mi cuerpo entró en una etapa en donde quería expulsar todo y tuve que ir al baño varias veces. En ese momento, expulsé también el tapón mucoso porque las secreciones tenían betas de sangre. Probablemente ahí fue que también rompí fuente pero entre tanto toilet, duchas y baños en agua con sal y minerales, no nos percatamos. Suerte que me había pasado la tarde comiendo asopao porque ya a estas alturas no tenía tanto apetito, como quiera, me obligué a comerme un sándwich. Ya las contracciones no me dejaban estar derecha así que aprovechamos para darle uso a la bola gigante de yoga que por tanto tiempo esperaba a ser usada. La usé una y otra vez para recostar mi cabeza y hombros en ella mientras movía las caderas al ritmo de esas punzadas intensas que se apoderaban de mi vientre. En ese momento recuerdo haber pensado que esas ondas que venían y se iban no tenían sólo un pico, eran dobles, cuando parecía haber empezado a disminuir el dolor de la primera contracción, llegaba la segunda y era más intensa todavía. Ya estaban completamente regulares y rítmicas. Ya no dudábamos que el proceso había comenzado.  Así estuvimos dos horas, hasta que logré convencer a Jorge, quien estuvo atrasando cada vez más nuestra partida hacia el hospital, de que era hora de irnos. De salida del Viejo San Juan, me bajé corriendo al videoclub para dejar las películas.

De camino al hospital me dieron 2 ó 3 contracciones. Se nos olvidó avisarle a doctora que nos atendería pero si avisamos al grupo. Llegamos a las 6:15am a la sala de parto. Cada enfermera, al recibirnos, lo primero que nos preguntaba era si estábamos para una inducción. No sé cuántas veces dijimos que no, que yo estaba de parto y que había comenzado de forma natural. Le explicábamos que llevábamos varios días en esto y que sabíamos que estaba de parto activo. Ellas, con voz tajante y como si superan más que yo de mi cuerpo, respondían: “Tenemos que verificar primero para ver si la admitimos”. Cuando la enfermera- cuyo cuerpo y manos eran bien grandes- verificó estaba en casi 6 centímetros dilatada pero el cuello del útero completamente blando. Me comentó que, según su experiencia, en par de horas ese bebé iba a estar fuera. Sinceramente, esto me alivió mucho porque entre el toilet y el lavamanos del baño del hospital, el tiempo pasaba bien lento. Ya estaba amaneciendo y desde ese mismo baño podía ver estudiantes caminando por la pista de la UPR hacia sus salones. Estaba sola porque Jorge estaba tramitando los documentos de la admisión, lo que hizo que el tiempo pasara más lento todavía. Ya las contracciones estaban bien seguidas, cuando me conectaron a las odiosas máquinas, fue que comenzó la pesadilla para mí. Habíamos pedido el monitor portátil para estar menos atada a la cama pero como quiera lo que me molestaba eran todos los cordones (IV, correa de contracciones, correa de corazón del feto) que tenía atado a mi cuerpo y, para colmo, tenía que cargar ese monitor como una cartera. Traté de que esto no limitara mi movimiento pero tuve que estar pendiente a que el suero ni los otros cables se salieran. Si esto no fuera poco, en una de las tantas visitas de las enfermeras para ofrecerme medicamentos para el dolor -“Califica tu dolor de 1 al 10” preguntaban (Yo siempre decía 6 para que no me molestaran más)-, la misma que anteriormente me había dicho que mis contracciones no estaban tan altas, me dijo que esa misma máquina de monitorear las contracciones no servía. O sea, uno de los tantos cables que me ataban no tenía uso.

Como si estuviera esperando a Jorge, justo cuando él llegó, empecé a experimentar algo nuevo durante las contracciones que ya estaban cada dos minutos. Me dio escalofríos, temblor, náuseas. La doctora que llegó a atendernos, lo primero que nos dijo cuando le resumí todo lo de la mínima intervención posible de nuestro plan de parto fue: “Y yo que me venía comiendo la carretera para dejar a mi hija en la escuela”. Lo único que recuerdo de ella son esas sínicas palabras de bienvenida; que minutos después, al hacerme el examen pélvico, me dijo que estaba completamente dilatada (como a las 8AM) y yo contesté “Lo sabía!” con mucha emoción; la conversación que tuvimos cuando me quiso romper la bolsa (que ya estaba rota y no lo sabía) y yo le dije que los niños que nacen en el saco son niños afortunados; que le dije que no tenía ganas de pujar y me dijo que iba a estar afuera que le avisara cuando me dieran ganas de pujar; que cuando me decidí a pujar ella se estaba tomando un café y; por último, la discusión que Jorge, más que yo, tuvo para que no me hiciera una episiotomía. Como pueden notar, todos son recuerdos negativos.

Por suerte, la profesora de la clase de maternidad del Recinto de Ciencias Médicas y sus estudiantes visitan la sala de parto de ese hospital los jueves en la mañana. La profesora nos ayudó mucho a los dos, sirvió de intermediaria con el personal médico, me sugirió posiciones y masajes, y su voz (no recuerdo su cara porque no tenía los espejuelos puesto) fue una muy dulce que nos acompañó y nos guió en esa última hora y media antes de la llegada de Santiago y en la lactancia cuando nació. Mi transición fue eterna, ya estaba completamente dilatada pero no tenía ganas de pujar todavía. Fueron unas contracciones que me hicieron romperme la bata- por el calor y porque no quería tener nada tocándome el cuerpo, en este momento odié aún más todos los cables que me rodeaban-, recostarme en el espaldar de la cama sin dejar de mover mi pelvis y gemir por una hora! Juraba que esta etapa, a más tardar, duraría tan solo 20 minutos. Las enfermeras al ver mis nalgas desnudas me trataban de tapar. Entre contracciones, me volvía el frío y tenía náuseas.

Por fin, sentí deseos de pujar y se lo avisé a mi equipo. Salieron a avisarle a la doctora quien tardó en entrar porque estaba tomándose un café. Luego de dos pujos en vanos pues estaba concentrando la fuerza en la cara y no en la pelvis, Santiago salió a los tres o cuatro pujos después, eran las 10:18AM. Nunca se me va a olvidar la cara de Jorge y sus ojos llorosos con el bebé en sus brazos. La profesora de maternidad me ayudó a pegarme a Santiago tan pronto salió y esto fue clave para lograr una lactancia exclusiva exitosa.

Recuerdo las energías con que salí a recibir a mi familia, las ganas de contarle todo a mis hermanas y lo feliz que me sentía porque todo salió bien, salió como habíamos planificado y salió de la manera más saludable posible. Santiago desde que nació estaba gritando, despierto y con muchas ansias de vivir. Sentí un inmenso poder y mucha alegría de ser mujer, me sentí agradecida de haber confiado completamente en mi cuerpo y en haber absorbido la tranquilidad y solidaridad de mi esposo, quien me ayudó a velar por mi bienestar y el de Santiago durante todo el proceso.

viernes, 22 de febrero de 2013

Queremos conocer tu experiencia y tu nivel de satisfacción con el proceso de parto

Parir con Poder: Iniciativa Educativa para el Embarazo y el Parto es un proyecto educativo innovador enfocado en la preparación de la mujer y sus acompañantes para el día del parto. El propósito de esta iniciativa es aportar para que cada mujer embarazada tenga la oportunidad de vivir plenamente su fortaleza al parir. Nuestra aspiración es que cada parto reafirme el poder de la mujer en la sociedad.

Estamos en la primera fase, preparamos las siguientes encuestas con el propósito de conocer más sobre las experiencias que han tenido las mujeres durante su parto y su nivel de satisfacción con el proceso. Además, nos gustaría conocer mejor a las mujeres que no han pasado por el proceso de parto de manera que podamos identificar sus inquietudes y sus necesidades.

Las invito a llenar una de estas tres tipos de encuesta dependiendo su situación:

Mujeres que ya parieron:
 
Esta encuesta está dirigida a las mujeres que han pasado por el proceso de parto. Tiene el propósito de conocer más sobre las experiencias que han tenido las mujeres durante su parto y su nivel de satisfacción con el proceso.        

Objetivos de esta encuesta:
- Desarrollar un perfil de mujeres y acompañantes que toman clases de preparación para el parto: qué tipo de clases predomina; cuáles son los resultados el día del parto; nivel de satisfacción con su preparación y con su proceso de parto.

- Establecer si existe algún tipo de relación entre la percepción de la mujer del parto y el estado emocional después del parto: cómo se sintió el día de parto y cómo recuerda ese día; cómo se sintió las próximas semanas al parto.

- Establecer si existe algún tipo de relación entre el estado emocional después del parto y el apego y la lactancia; cómo logró superar las primeras semanas de lactancia; cuáles fueron las razones para no lactar; cómo se sintió al año de haber parido; cómo recuerda las primeras semanas de lactancia; qué haría igual/diferente si volvieras a tener otro bebé.

- Saber si hay mujeres dispuestas a tomar clases de parto en línea y cuánto dinero pagarían.

 Para entrar a esta encuesta, pulse aquí.


Mujeres embarazadas (primerizas):
 
Esta encuesta está dirigida a las mujeres que no han parido nunca pero están embarazadas y tienen planificado parir en Puerto Rico. Tiene el propósito de conocer más sobre la preparación para el parto de la primeriza y qué espera del evento.        

Objetivos de esta encuesta:
- Desarrollar un perfil de mujeres y acompañantes que toman clases de preparación para el parto: qué tipo de clases prefieren; cuánta importancia le dan a su preparación. 
 
- Conocer las expectativas del parto y de lactancia de las mujeres que tienen planificado parir su primer bebé en Puerto Rico.

- Saber si hay mujeres dispuestas a tomar clases de parto en línea y cuánto dinero pagarían.
Para entrar a esta encuesta pulse aquí
 
 
Mujeres que no están embarazadas ni han parido:

Tiene el propósito de conocer mejor a las mujeres que no han pasado por el proceso de parto de manera que podamos identificar sus inquietudes y sus necesidades. 
Para entrar a esta encuesta pulse aquí.

Bienvenidos a Parir con Poder: Iniciativa Educativa para el Embarazo y el Parto

Hola! Les doy la bienvenida al blog de Parir con Poder. La idea de esta inciativa nace en el mismo momento que comencé a prepararme para el proceso de parto de mi primer hijo- Santiago- y se consolidó tras haber parido a mi hija- Julieta. Santiago tiene cuatro años y Julieta dos y medio. Desde entonces, vivo obsesionada con el parto. No he podido separarme del tema pues haber parido y haber experimentado con todos los sentidos cada etapa del proceso me convirtió en alguien nueva, una mujer más poderosa y fuerte. Ahora siento la obligación de brindar información y apoyo para que las mujeres embarazadas no le teman al proceso y se lo disfruten al máximo. Nunca más se van a sentir conectadas a la vida, a otras mujeres, a la naturaleza, a otro ser y uno misma como ese día. Por la necesidad que tenemos los humanos de volver a las entrañas y reconocernos como mamíferos que somos, les presento esta iniciativa...
Lucharemos para que cada mujer viva su fortaleza y que cada parto sea una reafirmación del poder de la mujer en la sociedad.

Durante el parto –evento en el que se funden control e instinto en el cuerpo femenino– una mujer puede sentirse plena, fuerte, apoderada. Sin embargo, muchas mujeres confiesan que no tuvieron el control del ambiente y los factores externos que acompañaron el proceso. Esta sensación puede generar una cadena de eventos que, sumados a los cambios hormonales y estilo de vida, podrían desembocar en coraje, tristeza, problema de apego y en la lactancia, y depresión postparto. Este Proyecto pretende, mediante la educación en línea, preparar a la mujer para que pueda elegir y sentirse satisfecha con su embarazo y parto. En el proceso educativo se presentarán estudios, hallazgos, noticias, vocabulario referentes a protocolos, procedimientos e intervenciones disponibles.  

► Objetivos 

1. Estimular la preparación de las mujeres embarazadas y sus acompañantes para el día de parto así como la comunicación efectiva con sus proveedores de salud (corto plazo):

Meta 1.A: Desarrollo de Plataforma Electrónica Educativa: Nuestro proyecto creará una plataforma electrónica educativa que complementará el cuidado del proveedor principal de salud de la mujer embarazada. La plataforma contendrá la información y las herramientas necesarias que ayudarán a la mujer a contestar sus preguntas y resolver las dudas que le surjan durante todo el proceso con el fin de poderlas comunicar efectivamente a sus acompañantes y proveedor de salud. La plataforma también le servirá de guía y apoyo al momento de tomar decisiones en torno a su salud y la del bebé. Al final del proceso educativo la mujer habrá preparado un plan de parto viable que le permitirá minimizar sucesos inesperados, malos entendidos y la sensación de insatisfacción durante el parto y postparto.

Meta 1.B: Desarrollo de libro de cuaderno “Parir con Poder: Guía práctica para que vivas tu fortaleza y reafirmes tu poder durante el parto”. Este libro servirá de guía para la mujer y su acompañante durante todo el embarazo.


2. Fomentar investigación sobre los beneficios de prepararse para el parto (corto plazo):

Meta 2.A: Fomentaremos la investigación sobre el tema de la preparación para el parto, la satisfacción con la forma en que parieron y los estados emocionales posparto. La plataforma puede ser un instrumento de recopilación de datos post-parto. Además, se realizará un instrumento que se le distribuya a los centros que brindan “clases de parto”, a los doctores, a las doulas y a las parteras para que las mujeres contesten y se le pueda dar seguimiento posparto.
3. Ser instrumental para el desarrollo de la certificación “Amigos del Parto Humanizado” dirigido a proveedores de salud y hospitales (mediano plazo)

Meta 3.A: Ser un vehículo para lograr que los hospitales, proveedores de salud y planes médicos sean certificados como “Amigos del Parto Humanizado”. En la página del proyecto, las mujeres podrán darle una calificación a su proveedor de salud, al hospital y a los planes médicos utilizando un sistema de estrellas y comentarios. Además, brindaremos nuestro servicio para que la mujer que sienta que ha sido violentada durante el día de su parto pueda llevar sus quejas por los canales necesarios para lograr un cambio. Trabajaremos con ellas para que hagan cartas a los hospitales, a los proveedores de salud, a los planes médicos y a los medios de comunicación. La meta es ejercer presión para que el sistema de salud cambie su estilo de visualizar y enfrentarse a los partos.

4. Apoyar el desarrollo de una clínica de parto humanizado (largo plazo)

Meta 4.A: Apoyar el desarrollo a largo plazo de un centro de parto humanizado en condiciones para recibir a una mujer en proceso de parto y brindarle los servicios necesarios para lograr un parto respetado en todas sus etapas y un ambiente adecuado para recibir al bebé. El centro contará con los recursos humanos y equipo necesario para atender situaciones de emergencia.